Crónicas de una dirección diversa.

Dirección escénica.

Hace ya un tiempo me sumé a las reuniones para la creación de la Asociación de profesionales de la dirección escénica argentina (APDEA). Por lo general necesito escribir sobre lo que hago, sobre lo que me sucede y sobre lo que veo y escucho. Escribir y dirigir son las formas que encontré de tomar una prudente distancia de tanta crueldad y violencia cotidiana. 
Me llevó muy bien con mi soledad, por lo cual socializar en determinadas situaciones suele representar el esfuerzo de salir de la comodidad y seguridad que me brindan mi soledad y mi rutina. 
Cuando me acerqué a las reuniones de APDEA fue por algunos impulsos irracionales que recién después de unos meses pude racionalizar. Fui buscando acercarme a personas las cuales suponía tendrían problemas similares a los problemas que enfrento en mi trabajo de director teatral. También me acerqué por la curiosidad de participar en un espacio nuevo y ver de que manera se estaba creando esa asociación. 
Después de la primera asamblea tuve la sensación en el cuerpo de que allí había algunos directores y directoras con quienes me podría juntar hasta altas horas de la madrugada a conversar sobre nuestras pasiones, miedos, sueños y contradicciones. Es un tarea difícil poder hablar de las propias contradicciones con pares sin juzgarse mutuamente. 
Estos impulsos irracionales que suceden en mi vida cotidiana a veces encuentran su camino de expresión mediante la estética y otras veces mediante al política. 

Género.

Un refrán popular que tomo de manera sincrética reza que "dios los cría y el viento los amontona". Por lo cual a medida que fui participando en distintas reuniones me fui acercando a la "comisión de género" que estaba realizando sus primeras reuniones. Me dejé llevar por el viento porqué quería sumarme a la comisión dónde participaban las personas que además de interesarles la dirección escénica les interesaba la problemática de género. Este fue el primer motivo que se volvió más racional que impulsivo. Al ser un director varón tengo ciertos privilegios que las directoras mujeres no tienen, por lo cual intentar ceder esos privilegios junto a directoras y directores me pareció el primer motivo razonable para participar en la comisión de género. 
Ahora bien, a medida que fui procesando mi deseo de encontrar la mejor manera de brindar mi tiempo al servicio de una asociación de directores y directoras, comprendí que quería encontrar la forma de compartir una experiencia específica con la que cuento entre estética y política. Entendía en esa instancia de mi proceso que la comisión de género se enfocaría en los problemas del machismo y del patriarcado en el ámbito laboral de las artes escénicas. Allí fue cuando empecé a proponer e insistir en las reuniones que la "comisión de género" pudiera incorporar el concepto de diversidad para poder darle un espacio en la comisión a los problemas que se derivan de otros sistemas de opresión como el negacionismo, racismo, fascismo, esteticismo, capacitismo o cuerdismo. 

Diversidad.

Entonces llegó el momento en que se votó en una de las asambleas formalizar la "comisión de género y diversidad" y la ansiedad que tenía acerca de si podría sumarme se calmó. Si bien considero que el mejor nombre para la comisión sería "comisión de minorías" el nombre que finalmente tiene expresa la posibilidad de darle un lugar a las problemáticas que enfrentan las personas que nos reconocemos en alguna minoría social.
Una vez que se formalizaron las reuniones de la "comisión de género y diversidad" me entusiasmé mucho debido a que se creó un grupo humano con el cual se podrán llevar adelante acciones que promuevan la diversidad y la perspectiva de género en las artes vivas. 
En lo personal mis expectativas con esta comisión son a largo plazo dado que es un espacio que reúne la posibilidad de debatir y llevar adelante acciones acerca de estética, poética, ética y política en las artes vivas. Lo particular que puedo aportar se relaciona con la promoción de la diversidad mental en las artes vivas. 
Así como la perspectiva de género se ha instalado como una necesidad de justicia social mediante la estética, considero que la perspectiva neurodiversa en las artes vivas, en algún momento logrará visibilizar los problemas que enfrentaron artistas como Sarah Kane o Antonin Artaud. 
Si las sociedades comprendieran que en las artes escénicas hay lugar para experiencias como las de Kane y Artaud, seguramente se arrepentirían de haberlas encerrado en un manicomio. 

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